UNA FRASE

Llamó a mi puerta la nostalgia y no le abrí... pues estaba buscando soluciones para el futuro




miércoles, 28 de marzo de 2012

TAMBORILERAS

        Posé profundamente mi mirada
en la placenta azul de la ilusión
y encontré mi primavera enamorada
 en la membrana dulce del tambor.
        Amor que reclamaba apasionado
la ceremonia de la restauración
y la trayectoria impertinente
de la sutil y muda interacción
entre el bordón y la cita concertada
de la mujer y el toque del tambor.
        Perfecta sintonía de mil clamores
interpretados en do re mi fa sol
a los pies de la Diosa que se ampara
en su túnica negra y su tambor.
        Hellín como baluarte ponderado
de la Diosa hellinera bajo el son
de la sinfonía de la primavera
enardecida en los labios de una flor
        Camino amaneciendo al paraíso,
que la mujer con mimo dibujó
en el boceto sonoro de su hijo
cuando su niño en el tambor lloró
y convirtió su llanto en más cariño
anillado al palillo y al bordón.
        Eran tiempos de amores imposibles,
eran facetas del despreciado ardor,
tiempos que los doctores del complejo
llamaban causas de la deformación.
Y en esta tempestad de sementeras
la mujer había dejado de temblar
y en su lugar sembró
una lluvia de hembras pioneras
agarradas a la cruz de su tambor.

        Y cuenta la leyenda que Dios
se enamoró de una hellinera
cuando la vio vestida de tamborilera.

        EPÍLOGO DE ESTHER TAMBORILERA.

        Esther es muy pequeña,
pero yo veo en sus ojos
una chispa de amor,
cuando le enseño fotos
de su hermana mayor
vestida con su túnica
y abrochada al tambor.
        Esther es tan pequeña
y sus ojos tan puros
que es necesario para verla
un cuarto de tambor
y tres de orgullo.

        Esther es una flecha
que se ha metido profundamente 
entre mi ceja izquierda
y la otra ceja, y allí
ha fijado su nido de fiel cariño
como solo lo pueden hacer los niños.
        Esther es hellinera
y con el tiempo Esther
será tamborilera
y por sus venas corre ya
la sangre que es frontera sin fin
de la Semana Santa
de nuestro Hellín.


                   Juan Andújar Tomás.

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