UNA FRASE

Llamó a mi puerta la nostalgia y no le abrí... pues estaba buscando soluciones para el futuro




jueves, 21 de noviembre de 2013

EL SIRIMIRI QUE NO CESA


Vuelve a ser 20 N. Cada 20 N me da por hablar de Franquete, que le voy a hacer, y es porque cada 20 N sigo pensando en la ignominia que es para esta España mía esta España nuestra que diría Cecilia, que sigan existiendo monumentos, reconocimientos, calles, plazas dedicadas al dictador y a la dictadura y sigan estando sus víctimas en las cunetas, sin ni siquiera una mala placa, como la todavía no repuesta de Baldomero Marín en nuestro parque, que llevarse a la boca.

Ahora que está tan de moda la herencia recibida, habría que decir que la verdadera y nefasta herencia de este País, es la provocada por los 40 años en que la maldad y el fascismo camparon a sus anchas, confluyendo en un retraso no solo político y económico, sino ético, moral, filosófico etc. etc. que aún seguimos pagando y no sé si terminaremos de pagar un día.

Franco y el Franquismo fueron y todavía son la época más negra, de más atraso, más oscura y más nefasta de la historia de España y no entenderlo así, más allá de ser víctima de incultura, conlleva a mi juicio la propia imposibilidad de avanzar hacia el futuro.

Una Industria y una economía atrasada, anclada, vetusta y vieja, una ausencia total de derechos y libertades, un problema territorial irresuelto, unas instituciones anquilosadas etc. etc, fueron la herencia del franquismo y solo la infinita generosidad nunca bien ponderada de la izquierda y el republicanismo pudo llevarnos después de muchas vicisitudes a la modernidad, a la reconciliación nacional y a la convivencia.

Los republicanos, los socialistas, los comunistas, los demócratas e incluso los monárquicos actuales o nuestros inmediatos antecedentes de la transición, tragaron  con un jefe del Estado, Juan Carlos, que ni siquiera era el legítimo heredero de los derechos dinásticos, con una ley de amnistía que impedía, de facto, cualquier atisbo de hacer justicia con los crímenes de la dictadura y del dictador  hoy después de casi 40 años de aquel bendito 20 de Noviembre, los pequeños intentos de juzgar a los culpables o tan solo de reconocer y enterrar dignamente a las víctimas han caído, salvo honrosas excepciones, en saco roto.

Yo solo digo, que algún día más temprano que tarde, este país, deberá hacer su segunda transición, donde la repulsa a los cuarenta años y a su principal protagonista y el reconocimiento no solo a sus víctimas, sino a aquellos que dieron su vida defendiendo la libertad del pueblo, sea un hecho y las plazas y calles y monumentos (incluido el malnacido y maldito Valle de Los Caídos) al caudillo y sus secuaces sean sustituidas por otros nombres y otras figuras, las de aquellos que nunca se rindieron y que por más que se intentase que fueran borradas de la historia siguen en la conciencia colectiva.

Como pequeña contribución déjeme sufrido lector que le “dedique” un verso, al sujeto en este día.

        Sigue la rata en la profundidad del Valle,

sepultado entre sangre de muertos silenciosos,

que alzan su puño más allá del purgatorio

en la tenue voz de la gente de la calle.

        Sigue la rata ecuestre y regordeta,

a lomos de un pútrido caballo

en la plaza de un pueblo castellano…

¡La España de charanga y pandereta!

        Sigue la rata enturbiando nuestra historia,

gangrenando la mente y las heridas,

con el alma purulenta, y la podrida

revisión de malvados sin memoria.

        Pero más allá de infiernos y cobardes,

de cómplices actuales y anteriores,

de roncos vacilantes y sermones…

¡La sangre de los muertos aún nos arde1

        Nos quema en la garganta y nos convoca,

como el dolor de la madre primeriza…

llama la voz antigua de justicia…

Y nos besa en la frente y en la boca

        Aquí, en el presente diminuto,

venimos a la luz los justicieros,

desenterrando con brazos jornaleros,

el delicado sol de los difuntos.

La ley mordaza del ministro Fernández Díaz. Y siguiendo con el fascismo y sus cosillas, la ley que prepara el “opusino” ministro del Interior, tiene un tinte fachilla, que más parece una ley franquista, que una ley propia de un país democrático.

        Recortar las libertades, es ese juego al que le gusta jugar a la derecha, día sí y día también, y el derecho a protestar, a la libertad de expresión, a manifestarse y/o reunirse pacíficamente, a la derecha le da nauseas, le produce sarpullidos y dicen algunos profesionales de la mediciana, que incluso han visto diputados, senadores y otros cargos y carguillos del PP, con fiebre alta y vómitos incontrolados, ante cualquier grupo de personas, que bien portando banderas sindicales, camisetas verdes, megáfonos u otra parafernalia “protestante” han pasado a tan solo unos kilómetros de su lugar de residencia o del antro más o menos elitista donde suelen ir a toamar un cafelito y hablar de su próximo finde en Baqueira o en la Costa.

        El caso es que, a la derecha, solo le gusta aquella manifestación auspiciada por un cura, si es Obispo, Cardenal o Papa mejor, o aquella donde uno puede pasearse con el Aguilucho tranquilamente y proferir cánticos antiguos brazo en alto, o como mucho y siempre que sea de la selección nacional o de equipos con rango abolengo patriótico, aquella que tenga que ver con el noble arte del balompié. 

        El resto, esas de reclamar derechos, educación, sanidad, etc… como que no… esas son cosas de rojos, separatistas y zarrapastrosos y como tales hay que tratarlos, piensa la derecha, y que mejor que la ley, cuando se tiene el poder para ello.

Esta Ley, que intenta hacer de un derecho una quimera, y que pretende criminalizar, reprimir y castigar a los que lo ejercen, no solo es una barbaridad sino que es profundamente antidemocrática y a mi juicio, es anticonstitucional, pues el artículo 21, garantiza el derecho de reunión y manifestación pacífica y sin armas y niega la posibilidad de cercenarlo, ya que la comunicación a la autoridad es exclusivamente a título informativo, no es un requisito previo, como creen algunos, y a los efectos de mera organización y de evitar alteraciones del orden y perjuicios innecesarios a los ciudadanos, entendidos como tales, no el corte de una calle, sino que sepan que tal calle está cortada.

Dicho todo esto, solo espero, que esta ley de Fernández Díaz, acabe en el limbo de las ocurrencias absurdas de un personaje, que solo tiene la suerte de no ser catalogado como el peor ministro del Gobierno del gabinete Rajoy porque con el se sientan en el Consejo de Ministros, Wert, Gallardon, Ana Mato y Fátima Báñez entre otros.

BREVEDADES:

BREVEDAD 1. Otra que quiere restringir derechos, es la sufrida esposa de aquel que dicen (yo no lo creo) que limpiaba las botas de George Bush con la lengua en un rancho de Texas, (yo imagino que lo hacía con un trapo y algún producto específico). El caso es que esta mujer, que es alcaldesa de Madrid, dice que lo de la huelga habría que regularlo, supongo que su idea de regular equivale a prohibir, pero en fin.

        A esta señora habría que mandarla, no solo por incompetente, sino por muchas cosas más a donde Roque mandó a las espigaoras.

BREVEDAD 2 Otra que se nos viene encima es la Reforma de la Administración local, tiempo habrá para hablar de ello, pero en principio y si los ayuntamientos están heridos, la Reforma es el descabello y en definitiva el definitivo callejón de arrastradero para el medio rural-

BREVEDAD 3 Y como no hay boda sin la tía Juana llega mi Maricospe y lanza su reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha que no es otra cosa, que un auténtico pucherazo electoral, digno, otra vez del añorado (por ellos claro) franquismo y que tiene un solo objetivo, evitar que Emiliano García Page, sea presidente de Castilla La Mancha, para que ella o alguno de sus testaferros, sean Ecahnizs, Estebanes o Marines sigan “jodiendo” a esta región que tanto costó levantar de la nada.

A todos ellos, a Cospedal, a Botella, a Gallardón etc. vaya mi desprecio político, esperando que algún día, el pueblo soberano los ponga en su sitio, lo más lejos posible del poder.   

       

Juan Antonio Andújar Buendía

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